Páginas

10 de diciembre de 2010

Ojalá.

Llevaba ya casi media hora allí sentada mirándole. No aguanté más, estaba cansada así que me levanté y me salí del bar. En la calle hacía mucho más frío que allí dentro así que me abroché el abrigo. No había nadie, y reinaba el silencio. Empecé a andar dirección a mi casa cuando oí a alguien silbar, y llamarme.
- Eh, tú, ¡tú! - Me giré con miedo... era él. Me sonrió y se acerco a mí. Joder... ni siquiera sabía mi nombre. 
- ¿Sí?
- Perdona, creo que esto es tuyo. - Mi bolso, lo había olvidado... lo cogí y sonreí.
- Gracias...
- De nada. ¡Oye! ¿tú vas a mi instituto verdad? - ¡Joder...! Sí, claro que voy, a la clase de enfrente desde la guardería y llevo enamorada de ti desde hace dos veranos cuando fuimos a aquel campamento ¿No te acuerdas? Pasamos la noche juntos, tú tus amigos, yo y mis amigas. Jugamos a la botella todos juntos en vuestra habitación... Me diste un pequeño beso en aquel juego de niños. ¡Mierda! Ni siquiera sabes quien soy... y yo me quedo como tonta mirándote cada vez que nos cruzamos por los pasillos, incluso voy por un camino más largo a casa solo para seguirte un poco. En fin... no se lo dije, no pude.
- Sí, creo que sí. - Seré estúpida.
- Bueno pues ya nos veremos entonces... 
- Sí, gracias por el bolso. - Sonrió. Se dio la vuelta y se fue. Yo me quedé mirando...
- Te quiero. - Susurré, estoy segura de que no me oyó, pero se detuvo un momento, como si estuviera sonriendo. Ojalá.


Es muy duro estar enamorada de alguien que ni siquiera sabe que estás ahí, mirándole, queriéndole. ¡Joder!