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13 de enero de 2014



Odiaba aquel hospital, odiaba a la gente que le iba a visitar, y los que no. Odiaba a las enfermeras y enfermeros, a los médicos y a todo el maldito personal, odiaba a sus compañeros de habitación que iban y venían, odiaba el olor a enferme y medicinas, odiaba el tacto de las sábanas, las vistas desde la ventana, el sonido del ascensor que había junto a su habitación, odiaba su pijama, sus zapatillas, la comida, la bebida. Odiaba cada canal y cada programa que veía en la televisión. Odiaba todo aquello casi tanto como se odiaba a sí misma.



A veces la inspiración llega cuando menos te lo esperas, o de quién menos te lo esperas. Tanto odio es triste, hay que encontrar cosas que amar.