18 de noviembre de 2012
piensa.
Está sola, y triste y se pone a pensar sabiendo que es lo peor que puede hacer. Piensa en todas las cosas que ha querido y no ha conseguido en su vida, los trenes que ha dejado pasar. Piensa en todas esas cosas que hizo y no debería de haber hecho, se arrepiente de un millón de tonterías. Piensa en las palabras que se guardó, en las que nunca fue capaz de decir. No entiende lo que le pasa, no entiende nada, no sabe lo que quiere y no deja de pensar en todo lo que ha perdido, en lo que ha sufrido. Y, de verdad, no es nada bueno remover el pasado, si hay que recordar que sean las cosas buenas porque las malas hacen daño. Pero está sola, no tiene nadie que le haga pensar en otra cosa, y sigue pensando en todas las cosas feas que le han dicho, en todas las malas noticias, en los momentos más tristes de su vida. Piensa en todas las veces que acabó rindiéndose y en todas las veces que se ha caído y le ha costado levantarse. Piensa y llora. Porque no tiene ha nadie que se le acerque y le diga que también ha vivido cosas buenas, que hay trenes que si ha cogido, que todo saldrá bien.
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