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26 de diciembre de 2013

Tengo que hacerlo, tengo que hablar de la navidad. Lo siento, no voy a desearos felices fiestas porque eso sería pasarme de hipócrita. No quiero dejarme arrastrar más por esta ola que os lleva a todos de falsedad, no quiero tampoco parecer grosera porque entiendo el espíritu navideño aunque el mío haya muerto. Hubo un tiempo en el que adoraba estas fechas, después crecí y ahora me ponen de muy mala hostia. Para empezar mi odio hacía la iglesia y la religión (o las religiones) no deja de aumentar con el paso del tiempo y esta es una celebración religiosa/comercial. Engañamos a los más pequeños y nos dedicamos a comprar cosas no necesarias para celebrar algo (ni si quiera sabemos muy bien el qué). En teoría es el nacimiento de Jesús o algo así aunque, si no me equivoco, nació en verano. Pero no voy a meterme con eso, porque no soy quién para hablar de algo de lo que no sé demasiado. 
De todas formas, a lo que quería yo llegar es que no necesitamos una fecha para desearle felicidad a la gente que queremos, o para hacernos regalos o para juntarnos a celebrar cualquier tontería bebiendo champán o comiendo delicias. No voy a felicitaros la navidad. Pero, a lo mejor, un día cualquiera... el 20 de enero, o 7 de abril o 19 de julio os deseo felicidad y un bonito día y decido hacer regalos o yo que sé. 

feliz vida.