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20 de junio de 2013

Martes y trece.

'Buenos días mundo' se dijo así misma en su mente, miró el reloj, ya eran las once de la mañana... ¿pero que más da? Tampoco tenía nada mejor que hacer. Se fijó bien en la fecha, martes y trece, genial. Recordó a su madre diciendo: uy hija, con cuidado que hoy la mala suerte estará más pendiente que nunca de nosotros, ¡qué idiotez! pero se lo había metido en la cabeza desde pequeña y ahora tenía una extraño miedo a los martes y trece, ya ves. Le gustaría volver a su niñez, en esos momentos en los que desayunaba junto a su madre con la mochila preparada para ir a clase, le gustaría volver para contestarle a su madre: da absolutamente igual el día que sea, la mala suerte me persigue siempre. Pero claro, tampoco eso era del todo verdad, a lo mejor es que ni si quiera existe la suerte, puede que eso vaya con cada persona. Habrá personas destinadas a fracasar y otras a ganar, ella era de las primeras, de eso no había duda. Pero en fin, con algo de esfuerzo consigue levantarse de la cama. Martes y trece, miércoles y catorce. ¿De verdad importaba algo? Entonces mientras se colocaba las zapatillas de casa miró la foto que tenía en su mesilla de su familia, la echaba de menos, echaba de menos a todo el mundo. Entonces un sentimiento extraño le invadió y pensó: creo que voy a hacer que el martes y trece empiece a ser mi día de buena suerte. Sonrió ante sus propias ideas. Claro, a comerse el mundo.



Sí, tendría más lógica haber escrito esto un martes y trece, o haberlo extendido más, o ni si quiera haberlo publicado, o yo que sé. Pero he dejado de usar la lógica porque estoy de vacaciones y es esto lo que me ha salido hoy, cosas que pasan.