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27 de junio de 2013

Otro día más.

'Ese es el problema con la bebida, pensé, mientras me servía un trago. Si ocurre algo malo, bebes para olvidarlo; si ocurre algo bueno, bebes para celebrarlo; y si no pasa nada, bebes para que pase algo.'
Se despierta por los rayos de sol que entran por su ventana sintiéndose una idiota y con un dolor de cabeza increíble. Que estupidez fue creer que pasarse la noche de fiesta, bebiendo y fumando iba a hacer desaparecer sus problemas. Claro que dejó de pensar durante una noche pero hoy las preocupaciones seguían ahí, y aún peor porque les acompañaba un insoportable dolor de cabeza. Qué absurdo todo, el móvil sigue sin noticias y el tiempo pasa sin novedad. Y piensa: 'Otro día más, u otro día menos... según se quiera ver, eso es cómo lo del vaso medio lleno o medio vacío.' Lo cierto es que nunca fue de vasos llenos.

20 de junio de 2013

Martes y trece.

'Buenos días mundo' se dijo así misma en su mente, miró el reloj, ya eran las once de la mañana... ¿pero que más da? Tampoco tenía nada mejor que hacer. Se fijó bien en la fecha, martes y trece, genial. Recordó a su madre diciendo: uy hija, con cuidado que hoy la mala suerte estará más pendiente que nunca de nosotros, ¡qué idiotez! pero se lo había metido en la cabeza desde pequeña y ahora tenía una extraño miedo a los martes y trece, ya ves. Le gustaría volver a su niñez, en esos momentos en los que desayunaba junto a su madre con la mochila preparada para ir a clase, le gustaría volver para contestarle a su madre: da absolutamente igual el día que sea, la mala suerte me persigue siempre. Pero claro, tampoco eso era del todo verdad, a lo mejor es que ni si quiera existe la suerte, puede que eso vaya con cada persona. Habrá personas destinadas a fracasar y otras a ganar, ella era de las primeras, de eso no había duda. Pero en fin, con algo de esfuerzo consigue levantarse de la cama. Martes y trece, miércoles y catorce. ¿De verdad importaba algo? Entonces mientras se colocaba las zapatillas de casa miró la foto que tenía en su mesilla de su familia, la echaba de menos, echaba de menos a todo el mundo. Entonces un sentimiento extraño le invadió y pensó: creo que voy a hacer que el martes y trece empiece a ser mi día de buena suerte. Sonrió ante sus propias ideas. Claro, a comerse el mundo.



Sí, tendría más lógica haber escrito esto un martes y trece, o haberlo extendido más, o ni si quiera haberlo publicado, o yo que sé. Pero he dejado de usar la lógica porque estoy de vacaciones y es esto lo que me ha salido hoy, cosas que pasan.

13 de junio de 2013

Para decisiones: café y tarta de chocolate.

Entró agotada y desganada, abriendo la puerta casi con dificultad porque no le quedaban fuerzas. Sus ojos estaban secos de tanto llorar, se acercó a la barra y se sentó soltando un suspiro que mataría de pena a cualquiera. El camarero la miró intrigado, era una chica muy guapa pero le faltaba una sonrisa, y su mirada estaba triste y perdida.
- ¿Qué va a tomar? - le preguntó acercándose, ella sin levantar la mirada de la barra murmuró:
- Decisiones... - después inmediatamente alzó la voz para responder al camarero creyendo que él no había oído su respuesta anterior, dijo:
- Un café con leche, por favor. - El camarero asintió, aunque la joven no lo miraba. Ella se echó el pelo hacía atrás dejando sus rizos caer por su espalda y se puso el pelo que le quedaba en la cara detrás de la oreja. Por primera vez desde que entró al bar miró al camarero, era un chico joven y no estaba mal. Él sonriente se acercó a ella, y le puso un café calentito enfrente, después también un platito con un trozo de tarta de chocolate.
- Las decisiones se toman mejor con el estómago lleno, además, el chocolate sienta bien. - Dijo guiñándole un ojo, la chica intentó sonreír y le miró a los ojos. El joven sonriente añadió: invita la casa. Después se alejo dejando a la joven con su café y su trozo de tarta. Ella volvió a suspirar, después echó el azúcar en el café y empezó a darle vueltas, sin ser muy consciente de sus movimientos, su mente estaba lejos. Unos segundos después cogió un trozo de tarta con el tenedor y se lo metió en la boca, el sabor del chocolate le hizo sentirse algo mejor además no recordaba la última vez que había comida tarta. Miró al joven camarero que estaba de pie algo más apartado, sin hacer nada ya que no había muchos más clientes en el bar.
- Está muy buena la tarta. - Dijo la chica, y entonces, de repente, por un momento olvidó de todos los problemas, se olvidó incluso de todo lo que había llorado los últimos tres días y sonrió, sinceramente. El camarero se acercó a ella.
- Sienta bien el chocolate, ¿verdad? - La joven asintió, y se entretuvo charlando con aquel chico mientras se terminaba su café, y su tarta. Las decisiones se tomaron solas: el tiempo todo lo cura, el destino tiene algo preparado para todos, solo hay que dejarse llevar y luchar por seguir.


6 de junio de 2013

Bendita infancia.



Vale, lo reconozco: me da miedo crecer. Y pena, también. Todo es más fácil siendo una niña, inocente y soñadora. Tengo ya 18 años y no quiero alejarme de mi infancia, no quiero pensar en el futuro y mucho menos enfrentarme a él. Pero hace tiempo que no soy la niña que solo come piruletas y ve películas de disney en las que todo sale bien. Sigo haciendo esas cosas, pero tengo más obligaciones y por supuesto, más derechos. Y eso es lo mejor de crecer, que cuando creces tu mundo va creciendo contigo y lo vas viendo todo más claro, vas conociendo todo mejor dándote cuenta de que la vida puede ser muy puta, pero también puede ser jodidamente genial. Bendita infancia digo, porque no sabía entonces que te pueden joder pero que, de la misma manera, tú puedes joder.