- Se acabó, hemos terminado.
- ¿Qué? ¿Porque me dices eso ahora? No lo entiendo... todo nos va bien.
- No, a ti te va bien. Pero yo estoy harta...
- ¿De que?
- De todo. De que te quedes mirándome atontado. De que me digas que me quieres cada dos por tres. De que me vayas a recoger al salir de clase para escaparte conmigo lejos, estoy harta de estar locamente enamorada de ti. Harta de que mi corazón lata fuerte cada vez que me abrazas. Harta de tu preciosa sonrisa, y de tus maravillosos ojos. De las tardes en el cine, de los cafés en el bar de la esquina. De las mañanas en la playa y de escaparnos de nuestros amigos cuando vamos de fiesta para irnos al parque. Estoy harta de tanta perfección... harta de ti y del amor.
- Puedo ser un mal novio si quieres. Puedo dejarte plantada una tarde, o puedo discutir contigo. Si es lo que quieres puedo ser un estúpido integral. Pero por favor no me dejes... yo... yo te necesito. Por favor...
- No, no quiero que cambies, no quiero que seas un mal novio. No quiero que me dejes plantada ni que discutamos. No quiero que seas un estúpido integral. Yo estoy enamorada de ti, así tal como eres.
- ¿Entonces? No entiendo nada... ¿porque quieres dejarme?
- La perfección me da miedo. Y esto es demasiado perfecto...
- No es demasiado perfecto. Fíjate. Las parejas perfectas no tendrían miedo. Y nosotros tenemos miedo...
- ¿Nosotros? Yo tengo miedo a la perfección, pero ¿tú? Tú no tienes miedo a nada...
- Si que tengo miedo. Tengo miedo a que me dejes.