Me gustaría gritarle al mundo que le quiero, me gustaría que todos supiesen lo que pasa por mi mente..., como si a alguien le importase. Tiene gracia, ni si quiera a él le importaría, nadie me prestaría atención aunque chillase por la calle. A veces no me presto atención ni yo misma... A veces hasta yo misma lo niego, hago como si no tuviese claro que me gusta, hago como si pasase desapercibido, a veces hago como que no le miro nunca, como que no sé que está ahí. Es ridículo porque cuando pienso en él se me salta el corazón, los pelos se me erizan y en la cara me sale una sonrisa estúpida. Lo veo y no puedo evitar seguirlo con la mirada ni controlar mis latidos. Cuando me habla me río como si me hubiese contado la cosa más divertida de este mundo. Y después de todo eso todavía tengo la sensatez de pensar que no me gusta, que no estoy enamorada, que no le quiero. Pero si no le quisiera no estaría todo el santo día viendo su foto, recordando cosas que me ha dicho, no estaría cada minuto imaginando que estoy con él, si no estuviera enamorada de él no soñaría despierta con un mundo juntos. Joder, sí, es una putada pero tendré que ir asumiéndolo, estoy coladita hasta las trancas y negandolo no voy a conseguir nada. El problema es que soy tonta, sí, tonta de remate... me doy por vencida antes de luchar. Prefiero negarlo antes que admitir que me toca sufrir. Llorar en silencio es de cobardes y gritar en medio de la calle es de locos... Ahora no sé si quiero ser cobarde o loca. Ahora lo único que sé es que no quiero seguir siento la tonta de remate que niega lo evidente...