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30 de septiembre de 2013

"Maldita droga" dijo, pero no se refería a las rayas de coca, ni a las putas pastillas, ni a los porros, ni si quiera ser refería al tabaco o al alcohol. "Maldita droga" dijo, refiriéndose a su sonrisa, a los besos furtivos, a las noches de sexo improvisado, a las canciones que gritaba mientras se duchaba en su piso, a sus putos ojos hipnotizadores, a sus brazos musculosos y a los buenos momentos que hacían olvidar los malos. "Maldita droga" dijo, cuando pensaba en lo que enganchada que vivía a él, porque sabía exactamente qué decir en cada momento para hacerla sentir mejor. En definitiva, era como una droga e igual que la droga... cuando faltaba le hacía sufrir, y al igual que la droga costaba conseguir algo de él, y al igual que la droga la destrozaba por dentro, porque llega un momento en el que las cosas malas y la desesperación ganan a los buenos ratos. "Maldita droga" fue, lo último que dijo. 


26 de septiembre de 2013




Qué ironía, pensó, que lo mejor de este mundo sea siempre tan complicado, o tan ficticio, o tan caro, o tan... falso.

19 de septiembre de 2013

Finales... ¿felices?

Voy a hablar de finales por esto de que el verano se ha acabado y estoy... triste, en realidad no es triste la palabra adecuada pero es que tampoco sé exactamente como me siento, digamos apenada. Da igual, el caso es que no estoy contenta, ni feliz, ni emocionada porque no soporto la idea de que ya haya vuelto la rutina, esto de ir a clase durante todo el día, y que sea siempre igual. Y, ya sabéis, en estos momentos que te pones triste por empezar y porque se hayan terminado las vacaciones te da por recordar todo lo que has vivido en verano... y joder, si que has vivido cosas porque son muchos días libres, para hacer lo que te de la gana. Y ahí está lo bueno. Que no hay rutina, en verano se improvisa... se vive. Vivir de verdad.
Entonces los recuerdos del verano duelen, porque ya solo son recuerdos y echas de menos muchas cosas, y mucha gente, y muchos sitios, hasta las cosas que odias... levantarse con ese calor insoportable y todo eso. Pero eso pasa siempre que se acaba algo bueno, porque lo malo que tienen las cosas buenas es que como todo en esta vida tienen final y los finales de buenos ratos traen nostalgia y deseos de volver a empezar pero... no se puede. Asique toca esperar, quién sabe a qué. Al próximo buen rato, supongo.
De momento yo seguiré recordando el verano, una y otra vez, y martirizándome pensando en lo bonito que sería volverlo a empezar.

8 de septiembre de 2013

Nunca tuvo muy claro en qué momento exacto de su vida se dio cuenta pero le resultaba siempre mucho más fácil mentir y engañar. Desde que era pequeña había solucionado los problemas con mentiras, había formado un muro o barrera que no permitía a nadie descubrir lo que sentía o pensaba de verdad, le gustaba pensar que si manipulaba al resto del mundo, nadie podría hacerle daño, su sonrisa era falsa, su mirada mentía, igual -o incluso más- que sus palabras. No daba demasiadas explicaciones, no tenía miedo de nada -o eso quería aparentar-, era una descarada... todo le daba igual, vivía por y para ella y si las cosas se torcían lo arreglaba con mentiras. Mentiras, y más mentiras. Creció siendo solitaria, para ella la gente de su al rededor eran simples marionetas, manipulaba a todo el que pudiera para conseguir lo que quería y convencerse de que nadie podría hacerle daño. Pero resulta que cuando formas tu vida a base de mentiras llega un día, un fatídico e inesperado día en el que todas esas mentiras y engaños se estampan contra tu cara. Una sonrisa bonita y unas palabras sinceras de un desconocido lo cambiaron todo. 
'Y tú eres de esas chicas que viven acostumbradas a ganar siempre, ¿verdad?' le había dicho su nuevo compañero de trabajo, ella le había saludado pensando en como conseguir que aquel chico se enamorara de ella. Le gustaba jugar a eso, cuando conseguía que un chico se volviera loco por su labios pintados de rojo y sus curvas, se acostaba con él y le daba la patada. Pero aquel era diferente, porque la había calado. 'No me conoces, no sabes nada de mí, cállate.' Le había respondido ella, dispuesta a alejarse después porque empezaba a ver su falso mundo en peligro pero entonces aquel chico pronunció las palabras que cambiaron todo: 'Vale, yo no te conozco de nada... ¿pero tú? ¿te conoces tú?'. 
Es irónico, pensó, resulta que al final a la persona que más he mentido y engañado soy yo misma.

2 de septiembre de 2013

No puedes aparecer en mi vida de repente, un día cualquiera y hacer que me vuelva loca por ti. No puedes cambiarlo todo, hacer que se me dispare el corazón cuando apareces, obligarme a sonreír cuando me miras. No puedes hacer que me ponga histérica cuando me hablas, no puedes hacerme creer que piensas en mí. Es injusto, y duele. Porque después, al final, cuando ya estoy completamente enganchada e ilusionada... desapareces. Justo en el momento en el que más llego a necesitarte, cuando duele perderte. Porque ahí ya he empezado a necesitarte, he empezado a volverme adicta a ti y las adicciones es lo que tienen. Y, repito, que no es justo. Porque si prometes quedarte, debes quedarte. Si dices que vas a ser diferente al resto, deberías de cumplirlo y no hacer como los demás... ya sabes, lo de desaparecer y eso. Porque al final, todo el mundo hace lo mismo. Todos acaban por decepcionarme. Culpa mía, lo sé. Por fiarme de las promesas de todo el puto mundo. Seré estúpida.