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31 de enero de 2012

Cosas del destino.

Llevaba demasiado tiempo ahí, sentado en ese banco mirando al final del lago, como si esperase a alguien o algo. Estaba completamente perdido en sus pensamientos. Cuando terminó su cuarto cigarrillo cogió una piedra del suelo y la lanzó al lago, lejos, fuerte, para salpicar. Después cerró los ojos respiró hondo y aterrizó...  Se levantó y al mirar a su alrededor vio a una chica en el banco de al lado, era guapa, tranquila y leía un libro, intentó leer el título pero no consiguió verlo. Se acercó.
- Hola... ¿interesante la lectura?
- Eh... sí... - Le miró sonrojada, sí, era muy guapa. Su mirada estaba llena de ilusión, alegría...
- ¿Qué libro es? - Esta vez no responde, le enseña la portada con una sonrisa tímida. Él hace un gesto como preguntando si se puede sentar a su lado, ella asiente con la cabeza. 
- Y... ¿está bien el libro? 
- Eh... la verdad es que... es que.. no he empezado a leerlo. - Él se sorprende porque no entiende nada, mira el libro y ve que está abierto casi por la mitad, la mira y ella se avergüenza porque no quiere explicarse. - Bueno... es que... el libro solo era para disimular, estaba... bueno.. yo te estaba mirando a ti. - Él le sonríe, ella también. Dios, es preciosa. Dios, es guapísimo. Y así, gracias al destino, a que los dos estaban allí en ese mismo momento empezaron a charlar. Y a lo lejos se ve venir a otra chica con prisa que viene preocupada porque llega demasiado tarde a una cita, una cita que nunca tuvo porque ella no estaba allí cuando tenía que estar.