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29 de marzo de 2013

Mis dieciocho.

Reflexionemos, porque es mi cumpleaños hoy, y cumplo dieciocho años y lo único que me pasa por la cabeza es la gran velocidad a la que corre el tiempo. De repente soy mayor de edad y mi vida parece haber pasado volando, cada vez hay más recuerdos, más momentos vividos, más ilusiones, decepciones, risas, llantos y no soy consciente de el paso de los minutos. Las cosas cambian y asusta pensar en todo lo que ya ha pasado, pero aún asusta más pensar en todo lo que vendrá que es completamente incontrolable.
Me siento bien, ha sido un día normalito pero como cada 29 de marzo soy un año más mayor y eso me hace feliz, extasiada y emocionada, nostálgica y no sé cuantas sensaciones más que no podría explicar. Mi corazón agradece profundamente a la gente que forma parte de estos 18 años de vida, porque no cambiaría lo que tengo por poco que me gusten algunas cosas de mi vida. No quiero ponerme más sentimental, hoy no. Hoy todo da igual.

Google me ha felicitado así.


28 de marzo de 2013


Estaría bien vivir en una película, levantarte preciosa sin esos pelos de loca con los que me levanto yo. Tener algún que otro problema que se solucione al final con un beso precioso en un lugar precioso y romántico del amor de mi vida. Estaría bien vivir en una película, dónde trabajar sería poco agotador, en el que tuviera más de cinco mensajes en mi contestador al llegar a casa, y esas cosas. Estaría bien vivir en una película porque al final todo sale bien, y es bonito y te hacen creer que la vida es maravillosa. Estaría bien vivir en una película, pero solo duraría un par de horas. Entonces, si lo piensas, la vida real es mejor. Más puñetera, sí, pero también más real y más larga e intensa que una película.

21 de marzo de 2013

Desahogo.


Puede que haya días que los problemas parezcan más gordos, y este es uno de ellos. Porque además de que cada día tengo más claro que hay gente específicamente diseñada para joderle la vida a los demás, también tengo claro que mi vida nunca ha sido del todo como yo quería. Soy consciente de que eso es matemáticamente imposible y no suele importarme demasiado normalmente, pero hay días en los que por una cosa o por otra me pongo a pensar y todo lo que tengo me parece insuficiente o, por decirlo claramente, una mierda. Hay cosas fantásticas en mi vida, lo sé pero también hay otras con las que no puedo tragar, en resumen, las injusticias. La vida, siento decirlo, no está bien diseñada y estoy un poco hasta los huevos de todo. No entiendo por que razón no salen las cosas como quiero y tampoco entiendo por qué razón estoy en este mundo si no soy capaz de hacer nada en condiciones. Mi rutina es repetitiva, totalmente aburrida y monótona y no sé que hacer para cambiar las cosas, no sé en que tengo que centrarme. Es como si a mis casi dieciocho años lo único que debiese importarme es mi futuro y lo que vendrá después, como si no tuviera tiempo de centrarme en mi presente, de vivir y disfrutar mi juventud. Algunos días me agobio, me viene todo encima y lo único que se me ocurre hacer es llorar. No sé que será de mí, tampoco sé si quiero saberlo, solo quiero saber que tengo que hacer. Y no me vale lo de que tengo que centrarme en estudiar y labrarme un futuro, que lo demás son tonterías y todo eso. Porque, prefiero las tonterías si es lo que me hace feliz, debería de ser eso lo más importante... ¿o no?
Aún así, todo esto tiene un lado bueno, como todo supongo, y es que siempre hay gente que consigue alegrarme. Por que como ya he dicho antes hay gente diseñada para amargar la vida de los demás, pero también hay gente que ha nacido para hacer de la vida de los demás mejor, más relajada y feliz. No sé que sería sin ese tipo de personas, no sé que sería de mi sin esos dos tipos de personas... en realidad supongo que necesitamos a la gente mala igual que necesitamos a la gente bueno, sin uno de ellos no sabríamos valorar a los otros. Que más da, el mundo está lleno de gente, por algo estaremos aquí todos... digo yo.
Es imposible ser más bipolar que yo.

17 de marzo de 2013



Hay muchos sueños que cumplir, no sé si me dará tiempo para todo.
























13 de marzo de 2013

Estaba acostumbrada, pasaba muy a menudo, les oía chillarse y dar golpes, después oía un fuerte portazo y le oía a él bajar las escaleras murmurando. No estaba segura de si era la única que podría oírlos o tal vez alguien más del edificio se daba cuenta de lo que pasaba en ese piso, desde luego ningún vecino había dicho nada nunca. Yo tampoco, por miedo o porque al final acabé acostumbrándome a sus escusas, a que al final la historia se volviese a repetir. Nunca había hablado con ella, ni con él, pero sabía como eran perfectamente. Me suele pasar, conozco a la gente sólo con mirarles a la cara, no sé si sólo me pasa a mí o también le pasa a más gente pero creo que a veces es más fácil conocer a alguien por la forma en la que mira que manteniendo una conversación. Ella era una chica guapa, pero nunca la consideré inteligente... tal vez lo era pero yo no podía entender por qué se dejaba manipular de esa manera, sus ojos transmitían miedo pero a la vez era como si no tuviera ganas de escapar, como si en realidad tuviese esperanzas de que él podría hacerla feliz algún día, cosa que a mí cada semana me parecía más absurdo. Él era un hijo de puta, no lo digo solo por las cosas que le oía chillar, o por cómo la trataba a ella... lo digo por la forma que tenía de mirar al resto del mundo, como si se sintiera superior a todos, como si se levantase por la mañana pensando: "¿a quién podré joderle la vida hoy?", de esa gente mala por naturaleza que dan ganas de escupir a la cara al cruzártelo en el ascensor. Nunca lo hice. Tampoco les dije nunca lo que me hubiese gustado decirles al verlos paseando de la mano. A ella le hubiese dicho que se alejase de aquel gilipollas, que no le quería y que solo sabía hacerle daño, que le había oído llorar horas y horas en esas noches que él desaparecía para llegar días después borracho como una cuba después de haberse follado a otras cuatro o cinco. A él le habría dicho que dejase de ser tan gilipollas, que se diese cuenta de lo que tenía ahí y que dejase de hacerla sufrir, que no conseguiría nada en la vida si seguía desapareciendo cada vez que las cosas iban mal, casi cada dos semanas. Nunca lo hice y me arrepentí aquel día, porque no fue como los demás días, aquel día después del portazo y de haberle oído bajar las escaleras no la oí llorar, hubo un rato de silencio y después oí gritos en la calle. A él no le volví a ver, a ella solo en una camilla que la subía a una ambulancia. Oí en el edificio que había intentado suicidarse y que dejó una nota. No sé si al final murió o no, pero unos días después vinieron a por sus cosas y nunca supe más de ella. Me dí cuenta de que nunca había visto su sonrisa, y de que nunca había oído la voz del chico sin gritar. Me dí cuenta de que después de más de un año lo único que sabía de ellos era que no estaban hechos el uno para el otro, y que no eran felices. 




esta historia no está basada en hechos reales, que conste que es ficción.

12 de marzo de 2013



Cómo no era capaz de decírselo a la cara, ni si quiera de enviarle lo que escribía se sentaba y tecleaba en el ordenador, para después de tirarse casi horas enteras escribiéndole a él terminar dándole al botón de borrar.   Le escribía lo mucho que él significaba para ella, le escribía recordando los pocos momentos que habían vivido juntos, les escribía bonitas y cursis palabras que ella misma odiaba decir, le contaba la verdad... y la verdad era que le quería, que le necesitaba y que soñaba con él dormida y despierta, que con una simple sonrisa suya conseguía hacerla feliz. Esa era la verdad, la verdad que nunca llegó a decirle. Por miedo, por vergüenza... por pura cobardía.

3 de marzo de 2013

º

- ¿Podemos hablar?
- Tengo prisa... ¿qué quieres?
- A ti. 
- ¿Qué?
- Mira, somos amigos de toda la vida y he compartido muchos momentos contigo, pero nunca he sido capaz de mirarte a la cara y decirte que te quiero. He estado con un montón de chicas, buscaba alguna que me hiciera sentir algo parecido a lo que siento cuando estoy contigo, pero no lo he conseguido. Me he pasado semanas enteras evitándote para ver si solo era una tonta obsesión, pero no, no puedo vivir sin ti y punto. Y me he cansado de hacer el imbécil. Puede que al cumplir ayer los veintisiete me diese cuenta de que no puedo seguir perdiendo el tiempo ocultando lo que siento por ti... tenía que arriesgarme, y aquí estoy.
- Yo... yo...
- No tienes que decir nada, piénsatelo. ¿Vale?
- ¡No! Espera... no te vayas.
- Dime...
- Quiero... que me beses. Por favor.



2 de marzo de 2013

Ahí está el problema.