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9 de abril de 2012

Por un día.

Imagina por un momento, que por un día, sólo por un día, las cosas salen exactamente como yo quiero que salgan. Me levantaría por la mañana y no tendría que perder tiempo en peinarme ni en pensar la ropa que ponerme, porque mi pelo estaría genial y en mi armario toda las opciones serían aceptables. Las tostadas no se quemarían y no habría que ir a clase, podría estar toda la mañana tranquila, relajada... ¿haciendo qué? pues quien sabe, leer, ver la televisión o andar en el ordenador. Después de comer, mi comida favorita por supuesto, podría comer todos los postres que me diese la gana sin engordar demasiado ni encontrarme llena o con dolor de tripa después. A la tarde saldría a pasar el rato, podría incluso ir a la playa, haría sol, un tiempo fantástico, todo saldría bien. Hasta podría recibir una llamada tuya o algo así... sin hacer nada, sin luchar por lo que quiero ni complicarme la vida. Sería algo cómo: ey, que te quiero... oh, genial, yo también a ti. Y punto final. Si las cosas saliesen por un día exactamente como yo quiero que salgan estaría contigo un rato también, me besarías eternamente, con todo el cariño del mundo. Y me harías feliz, supongo... Pero, pensándolo bien... nada de eso tendría ningún mérito, si las cosas saliesen exactamente como yo quiero que salgan, sin ningún esfuerzo, no habría conseguido nada. Un día así sería realmente aburrido, sin errores de los que aprender, sin cosas por las que luchar. Pensándolo bien... es mejor así.