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8 de noviembre de 2011

Mamá, déjame que te explique.

- Verás... Todo empezó cuando me pidió que le mirara acariciándome la barbilla con su mano, una mano grande, suave y caliente. Le miré, me sonrió y me beso en la mejilla comiéndose mis lágrimas. Me susurró que eran saladas, y me hizo reír. Me entró rabia por tanta tontería y tanto romanticismo para nada, porque al final aquello era una despedida, y por muchas cosas bonitas que me dijera no podía quitarme de la cabeza que se iba lejos y la distancia nunca fue una solución... lo habíamos hablado, y habíamos decidido que no podríamos hacer nada, en cuanto se subiese a ese avión rumbo a la otra punta del mundo lo nuestro se acabaría. Vente conmigo, me dijo, pero yo no podía irme hasta allí, mi vida estaba aquí... aunque él era parte de ella, gran parte. Me besó y me dijo que me quería, que yo le había enseñado lo que era querer a alguien de verdad. Le miré, y sentí sus ojos brillantes clavados en mi entonces me di cuenta de que no podría vivir sin él, no quería más tonterías y lágrimas de despedida así que... entonces de mi boca salieron las palabras 'me voy contigo' exactamente al mismo tiempo que él dijo, 'me quedo contigo', casi ni se pudo entender... Nos reímos y cuando sonó el último aviso para los pasajeros de su avión me dijo: '¿Siempre habías querido ir a París verdad?' 'Sí... tiene que ser precioso.' Le contesté con sorpresa.. Y su sonrisa aumentó, exageradamente cuando dijo: 'Perfecto, sale en media hora, tengo bastante dinero así que vamos a comprar unos billetes.' Le contesté que no tenía ropa... y insistió diciendo: '¿Llevas tus tarjetas y algo de dinero no?' Asentí con la cabeza y sonreí. Me beso y dijo: 'Pues ya está, no necesitamos nada más. Vamos a cometer esta locura juntos, a mi me esperan en Australia para firmar un contrato importante, a ti mañana en la facultad para presentar el proyecto. Pero no vamos a aparecer ninguno de los dos, y si alguien pregunta diremos que estamos siendo felices, sin más.' No me lo podía creer, pero entonces fui la chica más feliz del mundo. Solo compramos un billete de ida, y me monté en aquel avión hacía París sin saber el tiempo que iba a estar allí, o como nos las íbamos a apañar, ni donde iba a dormir, ni que iba a comer... lo único que sabía era que iba a vivir momentos increíbles y que nunca había querido tanto a nadie. Así que por eso, mamá, llevo dos días sin contestar el teléfono y no he aparecido por la facultad, y solo te he llamado para que sepas que estoy bien, estoy mejor que bien.
- Que seas muy feliz hija, disfruta en París...
- Mamá...
- ¿Qué?
- ¿No estás enfadada?
- ¿Porqué iba a estarlo? Ojalá todo el mundo hiciese lo mismo que vosotros y escapase de la rutina de vez en cuando. Es genial.
- Te quiero.
- Y yo hija.