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29 de noviembre de 2013

En el momento en el que dejas de ser lo que eres solo por complacer al resto te pierdes a ti misma.
Dejas de lado todo lo que eres en realidad, tu forma de pensar, tus ideas, tus gustos... lo que te hace ser única, y te conviertes en otra más -como esos a los que querías complacer-. Pensando lo que quieren que pienses, haciendo lo que quieren que hagas, como un robot programado, sin impulso o poder de control.
Y todo esto por no sentirte apartada, que ahí es dónde está el problema... nos da por pensar que tenemos que ser todos iguales y es una gran gilipollez. ¿O no cambiabais los cromos cuando los teníais repetidos? ¿Por qué narices iban a necesitarse en el mundo millones de personas iguales pudiendo tener toda esa cantidad de ejemplares únicos?


16 de noviembre de 2013




- Bueno, ¿y qué has estado haciendo?
- ¿Cuando?
- Pues en tu vida... antes de esta noche.
- Tía, somos amigos desde hace tiempo... ¿a qué viene esa pregunta? sabes lo que he estado haciendo.
- No, pero quiero que me lo cuentes... ¿qué has estado haciendo antes de...?
- ¿Antes de follar contigo? 
- Ajá.
- Pues... el idiota.
- ¿Y eso qué significa?
- Joder... pues.... he estado follándome a otras, estudiando cosas que no me gustaban, trabajando como un cabrón para comprarme cosas que no necesitaba... ya sabes, el idiota...
- ¿Y a partir de esta noche, qué vas a hacer?
- Cambiar las cosas. Voy a cambiar las cosas, voy a enamorarme de ti cada vez más, voy a centrarme en cumplir sueños y esas cosas... disfrutar de los placeres de la vida, pero de verdad.
- ¿Enamorarte de mi? ¿Puedo saber por qué razón? O sea, has dicho que has estado follándote a otras... pero decides cambiar las cosas cuando lo haces conmigo... 
- ¿Por qué me estás haciendo preguntas de las que sabes la respuesta?
- Me sé las respuestas, pero me gusta escucharlas.
- Bueno... pues lo que cambia es que tú eres diferente... no eres como el resto. Y eso hace que quiera enamorarme de ti cada vez más, eres... especial de una forma que maravilla a uno y hace que quiera luchar por mis sueños, y yo que sé... me apetece abrazarte durante mucho tiempo, hacerlo contigo y solo contigo, darte las buenas noches y los buenos días comiéndote a besos, y pasar el mayor tiempo posible contigo... no sé, todas esas cosas. ¿Sí? ¿Puedo dejar de decir cursilerías ya?
- Puedes.

11 de noviembre de 2013

Una triste historia.


Lo más triste cuando se cansó tanto de su vida que hubiese preferido cualquier otra vida, ficticia o real. Leía millones de libros, veía montones de películas y deseaba ser diferentes personajes. Creo que a veces incluso se lo imaginaba de verdad, imaginaba su vida siendo cualquier otra persona. Le recriminé tantas veces aquello... ¿cómo podía preferir la vida de alguien que no tenía nada a la suya? Era tan egoísta por su parte. Estuve meses y meses sin verla sonreír, ni llorar, ni nada. No mostraba ningún tipo de sentimiento. Solo repetía una y otra vez: ojalá fuera otra persona, ojalá mi vida fuera distinta. Le hablé de las familias que mueren de hambre en los pueblos pobres, la gente que vivo sola y nunca ha tenido a nadie, de huérfanos o de todas las desgracias de este mundo pero no reaccionaba, decía: no se trata de vivir bien o mal... se trata de vivir o no vivir. Nunca lo entendí, me parecía tan absurdo su comportamiento. Era joven, y tenía una larga vida por delante pero se sentía... muerta. El peor día de mi vida fue para ella el mejor de su vida, eso me dijo cuando la encontramos sentada en el suelo y apoyada en la habitación de su habitación del centro en el que trabajo. Había perdido pacientes, muchos, pero nunca del todo. Me sonrió cuando entré en la habitación y la vi allí... muriéndose. ¿Sabes? me dijo, al final resulta que no nos controláis tan bien como creéis, he conseguido lo que quería y soy muy feliz. Le grité que dejara de decir tonterías, que iba a llevarla a un hospital, que iba a conseguir salvarla y que después le haría ver lo feliz que podría llegar a ser viviendo. Volvió a sonreír, y dijo: no, no lo harás... deja de preocuparte, yo no estaba echa para ser feliz viviendo estaba echa para ser feliz muriendo. Aquello fue lo último que dijo, fue tan triste. Después de aquello no pude seguir trabajando, era complicado ayudar a mis pacientes a seguir con su vida cuando era yo la que necesitaba que me enseñaran a entender por qué narices sigo aquí. No os preocupéis, al final lo entendí. 

3 de noviembre de 2013



Me he pasado gran parte de mi vida leyendo, me encanta la idea de vivir con un libro en la mano, entre páginas y páginas.
Leer me hace viajar, olvidarme del mundo real e introducirme en uno literario... que siempre es mejor. Más entretenido por lo menos.