Es curioso, de repente ha dejado de importarme. Ahora he guardado las cosas malas en un cajón al fondo de mi mente y he empezado a abrir baúles de sueños, recuerdos y metas. Es como si algo se hubiese activado en mi y me siento más fuerte, para llegar a ser mejor. Cambiar lo malo por lo bueno, ser una nueva yo, optimista y decidida. Sin miedo al que dirán, o a lo que los demás pueden llegar a pensar sobre mi. Incluso creo que por una vez en toda mi vida me siento de veras preparada y con ganas de seguir hacía delante, luchar por lo que quiero y más importante aún, conseguirlo. Paso de amores imposibles y de tonterías que me obsesionan mientras me quedo de brazos cruzados. Ya no, ni una cosa ni la otra. Paso. Porque no dependo de nadie para ser feliz, tengo todo o casi todo lo que necesito, y lo que no tengo lo conseguiré, porque me lo he propuesto y punto. Porque quiero, y eso es lo único que me hace falta para seguir... que si me caigo me levantaré y si se ríen de mi me reiré con ellos, que si las cosas van mal haré que vayan bien y si el tiempo vuela y no me da tiempo yo le mandaré frenar y aprovecharé cada día, cada hora, cada minuto, cada bendito segundo. Lo juro.