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23 de septiembre de 2011

derrumbarse.

Está cansado, cansado de todo. Abre la ventana y se asoma para respirar el primer rayo de sol de la madrugada. Son solo las cinco menos diez, increíble. Solo hace veinte minutos que ha llegado a casa y todavía se siente borracho y colocado. La cabeza le da vueltas y siente que los brazos y las piernas le pesan más de la cuenta, maldito agotamiento. Saca del bolsillo derecho su paquete de tabaco y se fuma mirando por la ventana el último cigarro que queda, suspira y se siente completamente estúpido. No entiende como él, precisamente él, ha podido llegar a esa situación. Él, uno de los tíos más duros y arrogantes que te puedes cruzar. Él, un chico valiente y sin escrúpulos. Él, que parecía tenerle alergia al amor. Él, que nunca demostró tener sentimientos. Él, que se mantenía ajeno al sistema y que cumplía sus propias leyes. Él, había caído en la trampa como todo el mundo... y no pudo evitarlo. Se había enamorado y le habían roto el corazón. Y ahora estaba ahí, ahogando sus penas en alcohol y tabaco mientras intentaba sacarse a esa mujer de la cabeza. Se desnuda tranquila mientras lanza el cigarro ya consumido por la ventana, después se mete en la cama y se derrumba como nunca antes lo había hecho, ni si quiera cuando su hermano mayor se fue de casa sin volver a dar señales de vida, ni si quiera cuando su mejor amigo tuvo aquel accidente, ni si quiera cuando sus padres le mandaron a aquel maldito internado a los 13 años... nunca en toda su vida se había derrumbado de esa forma, nunca en toda su vida se había sentido tan insignificante, nunca jamás había llorado así pero lo hizo, lloró hasta que consiguió dormirse...

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