ATENCIÓN POR FAVOR, ES IMPORTANTE.
HE IMPORTADO MI BLOG A OTRA DIRECCIÓN, ES EXACTAMENTE IGUAL PERO AHORA SE LLAMA: dijeunavez.blogspot.com (y lo administro desde otra cuenta de blogger).
Si de verdad os gustaba leerme, os agradecería que me siguierais otra vez y que sigáis comentando y tal porque de verdad que me hacía sentirme bien. Siento las molestias y sé que es un poco putada. He pasado de tener casi doscientos seguidores a tener 0 así que bueno, de verdad me alegraría que no pasarais de esto.
Es una pena dejar de ser dandolevueltasalmundoo.blogspot.com después de tres años, pero por mi comodidad es mejor así.
Gracias.
10 de mayo de 2014
5 de mayo de 2014
Perdió el control de su vida (si es que alguna vez lo había tenido), se dejó arrastrar por una corriente que prometía comodidad pero no traía más que golpes contra afiladas rocas. Y se estaba ahogando porque no hacía nada para remediarlo, puede que no supiera qué hacer o puede que se creyera en realidad que aquello era una vida cómoda, tranquila. Se dejó engallar por la suave brisa de de vez en cuando sin pensar en las continuas tormentas... pero las calmas eran cada vez más cortas y pasajeras y las tormentas cada vez más duras y puñeteras.
29 de abril de 2014
Siempre me ha parecido curiosa la forma en la que los sentimientos o los pensamientos pueden cambiar la perspectiva de las cosas, o como las cosas pueden cambiar los sentimientos y los pensamientos. Como para mí la lluvia es triste y me hace ponerme melancólica pero hay gente que la disfruta con tanta emoción que hace que una se replantee las cosas. O como cuando me dan esas rachas de querer a alguien que me quiera con todo su alma y me sienta mal ver parejas por la calle, pero luego tengo esas rachas de estar feliz así y alegrarme de que la gente sea feliz y de ser feliz yo. Que los días de estudio todo parece más negro, y los días de fiesta me sale alegría por los poros de la piel. Porque están esos días que hasta un trozo de papel tirado en el suelo parece bonito, y te dan ganas de sacarle una foto, o de escribir sobre ello o de no olvidarlo nunca, ya ves... un trozo de papel en el suelo. A mí, por lo menos, me pasa. Pero están esos otros días que ni si quiera un bebé con un gatito en brazos te saca una sonrisa (es lo más adorable que se me ha ocurrido). Puede que hoy veas el vaso medio lleno y mañana lo veas medio vacío, y lo más curioso es que hay veces que ni si quiera sabes el motivo. Yo lo único que tengo claro es que me encantan los días en los que sonrío y respiro hondo, por que sí. Y encuentro fascinante un trozo de papel tirado en el suelo, y me río hasta con los documentales de animales de la dos, y todo me parecen gatitos y bebés, y me siento tan absurdamente alegre que me da igual la razón de ese sentimiento, me da igual que hay días de mierda y que el mundo sea una completa y enorme basura. La clave es aprovechar los momentos de éxtasis. Que esto solo son palabras, puede que algo incoherentes para algunos (puede que hasta para mí mañana) porque no estoy usando demasiado la lógica pero joder, que tengo una sonrisa en la cara y solo quiero vivir.
(Os prometo que no me he drogado).
11 de abril de 2014
A ver, que no sé.
Llevo un rato mirando la entrada en blanco del blog, con la barrita vertical parpadeando con ganas de que mueva mis dedos obligandole a escupir letras. Pero a veces (por lo menos para mí) es complicado empezar a escribir porque hay que transformas pensamientos o ideas en palabras que tengan sentido, y no solo sentido para mí (que soy la que escribo) si no que tengan sentido para quien vaya a leerlo. Aunque no me gusta pensar demasiado en quién vaya a leerme (sin ánimo de ofender) pero es que me he obligado a lo largo de mi vida a no pensar demasiado en lo que vayan a pensar los demás respecto a mis acciones... no es bueno hacerlo, creo. Bueno, me estoy enrollando. Hay algo en lo que he estado pensando, voy a escribir algo... improvisar un poco y un poco no.
A veces se quedaba callada mirando a la nada, y había que llamarle la atención, se perdía en su mundo... distraída y después se disculpaba. Recuerdo haber oído a gente regañarle por hacer eso, personas ignorantes que le decían 'te estoy hablando, ¿sabes?'. Recuerdo que yo sonreía, y pensaba que en realidad estaba preciosa cuando hacía eso, estaba preciosa porque dejaba que su mente se fuera lejos (quiero pensar que a un lugar mejor) y me gustaba su mirada tranquila cuando estaba callada más que cuando hablaba rápido y casi sin respirar, aunque he de reconocer que también me gustaba escucharla. Yo la escuchaba más que nadie. Porque ahí está el problema, la gente se mosqueaba por que ella se distraía mientras le hablaban, pero ella lo hacía porque de verdad se sentía así... porque de verdad no le interesaba en absoluto lo que la otra persona le estaba diciendo. Pero es difícil encontrar gente así, en realidad la gente hace algo peor que distraerse mientras les hablas. La gente te mira como si le interesase lo que dices pero a casi nadie le interesa lo que dice el resto. Lo sabemos, somos todos (o casi) unos egoístas hipócritas e intentamos disimularlo y ella no lo hacía. Ella se quedaba distraída pensando en sus cosas si no le interesaba el resto, o se sacaba un libro de la mochila y se ponía a leer (recuerdo una vez que lo hizo), era tan distinta. Lo digo en serio, creo que lo noté desde el primer momento en el que la vi, era más lista que cualquiera de su edad y no lo digo solo porque yo la crié. No lo digo porque soy su padre. Lo digo porque de verdad sé que esa jovencita fue distinta al resto hasta que cumplió los treinta (más o menos). No sé lo que pasó, nunca quiso contárselo a su padre. Pero era tan distinta...
29 de marzo de 2014
Diecinueve.
El 27 de marzo escribí: Voy a escribir esto, no solo porque me apetezca hacerlo, si no porque me veo obligada a ello por la necesidad de expresarme -y vaciarme de emociones- aunque creo que va a ser difícil hacerlo con claridad, incluso tengo la leve sospecha de que me llevará más de un día escribirlo (por eso estoy empezando dos días antes).
Y, ahora sí: 29 de marzo.
Bueno, para muchos de vosotros hoy será un día de lo más normal y rutinario, para otros puede que sea algo especial el día de hoy (también) por alguna razón fortuita o algún evento importante, para mí lo es porque es mi cumpleaños. Y, aunque mi mente y mi cuerpo no parezcan notarlo demasiado, cumplo diecinueve años. Soy consciente de que cumplí la mayoría de edad el año pasado y que tendrían que haberme afectado más -ya sea de forma positiva o negativa- los dieciocho, pero no fue así. Creo que estoy empezando, ahora, a asumir el hecho de que mis años de infancia y adolescencia han quedado atrás y no hay forma de recuperarlos -porque el tiempo no se recupera, por mucho que nos duela admitirlo-. Que sí, siempre nos quedarán los recuerdos pero siendo realista creo que los recuerdos se acaban quedando en el olvido, o al menos gran parte de ellos. Estoy segura de que he olvidado muchos momentos de esos que juré que serían inolvidables, igual que han dejado de gustarme canciones que estaba segura que nunca me dejarían de gustar, igual que no hablo con personas que iban a ser mis amigos para siempre... pero no quiero ir por ahí, esto no va sobre los buenos -o malos- momentos pasados, porque de esos ya he hablado suficiente, y porque esos ya los he vivido.
Intentando quitarme de la cabeza lo de: 'joder, que ya tengo diecinueve años' he llegado a la conclusión de que lo correcto sería pensar: 'joder, que solo tengo diecinueve años'. Me queda mucho, mucho, mucho por vivir. Pero quiero decir vivir, vivir de verdad (espero). Que no es lo mismo que sobrevivir, esto de agotar las horas de una forma rutinaria y aburrida, sin ningún tipo de motivación, meta o interés fijo... como suelo hacer casi siempre de lunes a viernes. No quiero llegar a los cincuenta y tantos y darme cuenta de que no me he cumplido ningún sueño, que no he vivido de verdad o que he acabado formando parte, incondicionalmente, de esta sociedad de robots programados que viven con pautas escritas por otros -esos que deciden como debería pensar el resto de nosotros-, y es que no creo que yo haya nacido para eso. O a lo mejor nadie nace para eso en realidad pero acaban dejando que les consuma -no sé exactamente el qué-. Puede que haya leído demasiados libros, o que haya visto demasiadas películas pero no estoy pidiendo un final feliz, no quiero comer perdices o terminar ganando, lo que quiero es vivir (lo repito para que quede bien claro). Para explicarme bien y estar segura de que me expreso correctamente he buscado la palabra 'vivir' en el diccionario de la rae, la primera -y la mejor- definición era simple y cristalina: 1. intr. Tener vida. Y, exactamente, es eso lo que quiero. Porque también he buscado la palabra sobrevivir (y me he quedado con la segunda definición): 2. intr. Vivir con escasos medios o en condiciones adversas. Supongo que entendéis lo que estoy intentando decir. Llevo un par de años ya agobiándome al pensar en mi futuro, por el hecho de que no tengo nada claro. Hay personas que a mi edad tienen todo decidido -no sé si esto es positivo o negativo-, saben qué quieren, cómo lo quieren y qué tienen que hacer para conseguirlo. Posiblemente así sea más fácil, digo yo, aunque también depende de lo que quieran y cuales sean sus circunstancias pero yo no sé lo que quiero, ni como lo quiero, y obviamente tampoco sé qué tengo que hacer para conseguirlo. La única meta que he sido capaz de ponerme es esa (la de vivir de verdad) y bueno considero que es una buena meta, estoy empezando a pensar que podría considerarse como 'lo que quiero' pero -y aquí está el gran dilema- ¿qué tengo que hacer para conseguirlo? y si me concentro, si le doy vueltas y vueltas a esa pregunta en mi cabeza encuentro la respuesta: tengo que hacer que cada minuto cuente. Como esos pequeños placeres de la vida, los pequeños detalles que cuentan. Escuchar canciones que me pongan los pelos de punta, escribir cosas bonitas, dar abrazos fuertes, comer lo que me apetezca, hacer ejercicio por el placer de sentirme bien, tomar descansos del mundo para leer tranquila en cualquier rincón, reír por cualquier tontería, llorar con las películas, susurrar 'te quiero' (a las personas que quiero de verdad), preocuparme solo y exclusivamente de lo que yo piense sobre mí misma, ser egoísta de vez en cuando, pero ayudar a los demás cuando de verdad lo necesiten, sacar fotos (sin importar si salgo mal o salgo bien), contar historias, ir a conciertos, salir todas las noches de verano, algunas de las de invierno, tumbarme en el sofá los días de lluvia, no usar paraguas (porque yo nunca uso paraguas), quedarme un ratito debajo del agua en la ducha reflexionando, buscar curiosidades en internet, aprender a cocinar y cocinar, cenar pizza los sábados, cumplir un nuevo punto de mi lista de 100 cosas que hacer antes de morir, memorizar olores, tomar el sol, llenar la casa de arena al llegar de la playa, nunca celebrar San Valentín (porque yo no creo en esas cosas), comprar pintauñas, admirar mi tatuaje en el espejo durante un rato (mi búho en la espalda), abrir los ojos de par en par, tocarme el pelo, o que me toquen el pelo, sexo, quedarme diez minutos más en la cama después de que suene el despertador, besar, achuchar a mi perrita, elegir el filtro de instagram adecuado cada vez que subo una nueva foto, fangirlear, andar descalza... y una infinidad de cosas más. Y, que conste, que no se me olvidan las pequeñas cosas que joden... esos pequeños detalles que hacen que el día sea una mierda, ya sabéis, pero no tiene sentido enumerar los pequeños no-placeres de la vida, porque pensar en las cosas que salen mal se nos da demasiado bien a todos y estoy intentando ser positiva (iba a decir realista pero no sería verdad) que para ser negativa hay tiempo durante el resto del año, hoy no... porque es un día especial, mi cumpleaños y eso.
Si sigo pensando me doy cuenta de que también quiero ser libre -de una forma que no mucha gente es-, quiero ir conociendo la vida a medida que crezco y decidir por mí misma mis creencias, tomar mis decisiones o descubrir mis capacidades. Y hacerlo de una forma autodidacta por no caer en eso de creer lo que tu entorno cree, decidir lo que te dicen que decidas y hacer lo que quieren que hagas porque me considero lo suficientemente inteligente como para ser capaz de valorar el mundo y saber qué pensar. Una vez más, no creo que sirva para pensar lo que alguien quiera que piense. Aunque también sé que no será fácil. Es complicado crearse creencias propias cuando la mayor parte del mundo está sacado de un mismo molde de ideas -o eso es lo que me parece-. Me prometo a mí misma no caer nunca en ninguna secta ideológica porque bajo mi punto de vista hay más de las que se quiere creer, estamos rodeados de sectas... y ni si quiera nos damos cuenta de ello (no todos). Y ya que me pongo a prometerme cosas a mí misma hay otra cosa que necesito prometerme, quiero dejar de quejarme tanto y actuar más. Prometo empezar a intentar cambiar las cosas que no me gustan, en vez de quejarme y quejarme. Seré un granito de arena, pero con muchos así se hacen castillos de arena.
¿Qué conclusión podríamos sacar de todo esto que estoy diciendo? Pues, no sé que conclusión sacaréis vosotros, la mayoría de veces la opinión que una persona tiene de otra tiene más que ver consigo mismo que con la persona de la que tiene la opinión. Pero ese no es el caso, el caso es que esto trata de lo que yo opino de mí misma... al fin y al cabo soy yo la que intenta desahogarse y aclarar ideas. Y bien, ¿qué conclusión saco de todo esto? No lo sé. Una gran frase que posiblemente haya escrito más de una vez aquí (la escribo mucho en muchos sitios porque me encanta) de la película El curioso caso de Benjamin Button es: Uno nunca sabe lo que le espera. Y yo no podría expresarlo mejor. Por que no, no lo sé. No tengo ni la más remota idea de lo que será de mi vida a partir de ahora y a lo mejor esto me da un poco de miedo, pero da igual porque estoy empezando a tener bastante claras las cosas.
Es curioso porque esta es mi entrada 260 (aunque creo que he borrado alguna antigua alguna vez) del blog, llevo más de tres años con él y he compartido muchas cosas con mis lectores y quiero dar las gracias a todas esas personas que me leen porque... porque me leen, y eso es importante para mí más de lo que, seguramente, cualquiera de vosotros imagine. Por eso, si has leído esto: gracias. Espero que vivas libre, de verdad.
Si sigo pensando me doy cuenta de que también quiero ser libre -de una forma que no mucha gente es-, quiero ir conociendo la vida a medida que crezco y decidir por mí misma mis creencias, tomar mis decisiones o descubrir mis capacidades. Y hacerlo de una forma autodidacta por no caer en eso de creer lo que tu entorno cree, decidir lo que te dicen que decidas y hacer lo que quieren que hagas porque me considero lo suficientemente inteligente como para ser capaz de valorar el mundo y saber qué pensar. Una vez más, no creo que sirva para pensar lo que alguien quiera que piense. Aunque también sé que no será fácil. Es complicado crearse creencias propias cuando la mayor parte del mundo está sacado de un mismo molde de ideas -o eso es lo que me parece-. Me prometo a mí misma no caer nunca en ninguna secta ideológica porque bajo mi punto de vista hay más de las que se quiere creer, estamos rodeados de sectas... y ni si quiera nos damos cuenta de ello (no todos). Y ya que me pongo a prometerme cosas a mí misma hay otra cosa que necesito prometerme, quiero dejar de quejarme tanto y actuar más. Prometo empezar a intentar cambiar las cosas que no me gustan, en vez de quejarme y quejarme. Seré un granito de arena, pero con muchos así se hacen castillos de arena.
¿Qué conclusión podríamos sacar de todo esto que estoy diciendo? Pues, no sé que conclusión sacaréis vosotros, la mayoría de veces la opinión que una persona tiene de otra tiene más que ver consigo mismo que con la persona de la que tiene la opinión. Pero ese no es el caso, el caso es que esto trata de lo que yo opino de mí misma... al fin y al cabo soy yo la que intenta desahogarse y aclarar ideas. Y bien, ¿qué conclusión saco de todo esto? No lo sé. Una gran frase que posiblemente haya escrito más de una vez aquí (la escribo mucho en muchos sitios porque me encanta) de la película El curioso caso de Benjamin Button es: Uno nunca sabe lo que le espera. Y yo no podría expresarlo mejor. Por que no, no lo sé. No tengo ni la más remota idea de lo que será de mi vida a partir de ahora y a lo mejor esto me da un poco de miedo, pero da igual porque estoy empezando a tener bastante claras las cosas.
Es curioso porque esta es mi entrada 260 (aunque creo que he borrado alguna antigua alguna vez) del blog, llevo más de tres años con él y he compartido muchas cosas con mis lectores y quiero dar las gracias a todas esas personas que me leen porque... porque me leen, y eso es importante para mí más de lo que, seguramente, cualquiera de vosotros imagine. Por eso, si has leído esto: gracias. Espero que vivas libre, de verdad.
Hubiese quedado bien una foto de una tarta de cumpleaños, pero.. siempre podéis imaginárosla. |
16 de marzo de 2014
miedo.
(Del lat. metus).
1. m. Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.
2. m. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.
Es curioso, ¿no creéis? Que haya miedos imaginarios. Que ese recelo que tenemos a que algo suceda al contrario de lo que deseamos nos impida, a veces, conseguir lo que deseamos. Es curioso el miedo, analizando sus dos significados. ¿No os da qué pensar?
3 de marzo de 2014
No dejaba de quejarse porque se había caído pero, joder, ¿y lo bonito que es levantarse? Pensé en los niños pequeños que cuando se caen miran a sus padres como diciendo: ¿tengo que llorar o no ha sido nada? Y es así. Si los adultos no prestan demasiado atención o le dicen que no ha sido nada el niño se vuelve a levantar y sigue corriendo y jugando, pero si se levantan corriendo al socorrerle el niño se pone a llorar amargamente (a veces solo durante un minuto).
Una vez leí una historia, que hablaba de que unos niños se quedaron encerrados en su habitación, en un segundo piso creo, había un incendio en la casa y uno de los niños (el más mayor, de unos 5 o 6 años) consiguió sorprendentemente abrir la ventana y salvar a su hermano (un bebé) y así mismo no recuerdo muy bien cómo lo hizo. El caso es que nadie se podía explicar como el pequeño había abierto la ventana, y la respuesta era sencilla: no había nadie que le dijese que no podría hacerlo.
De eso va todo, de pequeños son los mayores los que nos dicen que no hagamos esto, que no podremos hacer aquello, que somos demasiado jóvenes para lo otro. A medida que vamos creciendo somos nosotros mismos los que nos convencemos de que algo es (en teoría) imposible. Y solo los valientes o los locos (a veces creo que esos dos términos valen como sinónimos) son capaces de darse cuenta de que lo imposible es una fantasía humana, no digo que no haya cosas imposibles... porque las hay, pero no se puede dar algo por imposible sin haberlo intentado. Tampoco intentéis volar tirándoos por la ventana de un cuarto piso, eso no saldrá bien. Pero joder, si ves que el autobús está arrancando a diez metros de ti antes de darlo por perdido y visualizarte a ti mismo esperando al siguiente... corre, joder, porque a lo mejor todavía alcanzas ese. Y no me refiero solo a autobuses.
Ya sabes.
Una vez leí una historia, que hablaba de que unos niños se quedaron encerrados en su habitación, en un segundo piso creo, había un incendio en la casa y uno de los niños (el más mayor, de unos 5 o 6 años) consiguió sorprendentemente abrir la ventana y salvar a su hermano (un bebé) y así mismo no recuerdo muy bien cómo lo hizo. El caso es que nadie se podía explicar como el pequeño había abierto la ventana, y la respuesta era sencilla: no había nadie que le dijese que no podría hacerlo.
De eso va todo, de pequeños son los mayores los que nos dicen que no hagamos esto, que no podremos hacer aquello, que somos demasiado jóvenes para lo otro. A medida que vamos creciendo somos nosotros mismos los que nos convencemos de que algo es (en teoría) imposible. Y solo los valientes o los locos (a veces creo que esos dos términos valen como sinónimos) son capaces de darse cuenta de que lo imposible es una fantasía humana, no digo que no haya cosas imposibles... porque las hay, pero no se puede dar algo por imposible sin haberlo intentado. Tampoco intentéis volar tirándoos por la ventana de un cuarto piso, eso no saldrá bien. Pero joder, si ves que el autobús está arrancando a diez metros de ti antes de darlo por perdido y visualizarte a ti mismo esperando al siguiente... corre, joder, porque a lo mejor todavía alcanzas ese. Y no me refiero solo a autobuses.
Ya sabes.
17 de febrero de 2014
- Dime, ¿qué ves ahí?
- ¿Ahí? ¿La maceta vacía?
- Sí, la maceta. Descríbemela, cuéntame lo que ves y lo que te hace sentir.
- ¿Por qué tengo que hacer esa gilipollez?
- Bueno, porque aquí el que manda soy yo así que... cuéntame.
- Pues es una maceta... marrón y parece de plástico, pero no tiene flores o plantas. Es triste tener una maceta vacía, ¿no? si por lo menos la llenases de tierra y plantases algo, no sé... una flor de esas que alegran el ambiente, no entiendo por qué tienes una maceta vacía ahí. No tengo nada más que decir sobre la maceta, ¿sabes? No hay nada más que decir, ¿por qué sonríes? ¿podrías decir algo?
- Cuando era pequeño, en la casa de al lado vivía un niño de mi misma edad, algo diferente a los demás.
- Venga ya, ¿Qué tiene eso que ver con la maceta?
- Bueno, déjame hablar. Verás, nunca olvidaré el día que aquel niño cumplió los 12 años. Mi madre y yo fuimos a felicitarle y él estaba en el jardín abriendo su regalo. Desenvolvió el papel y se puso eufórico. Decía: 'qué caja más perfecta, es una nave genial, uaaaau', se emocionó por la caja. Era una caja grande porque dentro iba un patinete de esos que le encantan a cualquier niño. Le dio las gracias a sus padres por el patinete y la nave espacial. Y se puso a jugar con la caja. Yo, que era un niño bastante avispado, no podía entender nada. Recuerdo que miré a mi madre y le susurré con miedo a parecer un ignorante que no entendía la importancia de aquella caja: 'mamá, pero... si solo es una caja...' ella me miró sonriente y dijo: 'hijo, en este mundo cada persona ve las cosas de una forma diferente' aquella frase me atormentó unos días, no podía entenderlo y no dejaba de pensar en ello, era extraño. Hasta que un día al volver del cole y ver a mi vecino jugando con la caja lo entendí. Él veía en esa caja una posible nave espacial, yo solo veía una caja que llevaba un increíble patinete, mi madre (que era una gran defensora del medio ambiente) vería un montón de material reciclable o algo así. ¿Lo entiendes?
- Sí, lo entiendo... pero sigo sin saber a dónde quieres llegar...
- Verás, desde aquello me fascinaba la idea de que cada cosa que yo veía podría ser diferente para alguien, y me aficioné a preguntarle a la gente lo que veía en cada cosa que había cerca. Me encantaba. Imagínate lo genial que fue para mi descubrir el test de Rorschach ¿sabes? El de los dibujos de: '¿qué ves aquí?' Pues eso hizo que me dedicara a esto, ¿a qué es una buena historia? Me gusta contarla.
- Ha sido interesante. ¿Y lo de la maceta?
- Bueno, es gracioso, porque para mí solo es una maceta de plástico que tenía una planta que olvidé regar y tuve que tirar. Mi sobrino de cinco años estuvo aquí ayer y cuando le pregunté lo que era me dijo que era un cubo para jugar con la arena en la playa. Y a ti te ha afectado bastante el hecho de que estuviera vacía y no haya plantado nada en ella.
- Joder.
6 de febrero de 2014
Aunque me guste mucho hablar a veces también valgo para escuchar. Un viaje de tren es perfecto para ello así que me senté a su lado y le escuché hablarme.
Me habló de lo mal que se sentía por haberse rendido, me habló de que cada día se sentía más obsesionado con la idea de cambiar el mundo, me habló de frases, noticias y curiosidades que había leído y oído, recuerdo que dijo que había mucha gente en el mundo pero solo conocía un tipo de personas que merecían la pena... solo un tipo de personas (no le pedí que describiera ese tipo de personas, pero me hubiese gustado hacerlo), también habló de que había decidido cortarse el pelo, y de su trabajo, me habló del tiempo... dijo que estaba cansado de entristecerse por el pasado y preocuparse por el futuro, que se centraría en el presente y en cumplir sus sueños, me habló de sus sueños, de las metas, de una chaqueta que se había comprado el día anterior, de unas zapatillas que le gustaron y de la vergüenza que sintió al darse cuenta de que no tenía dinero suficiente para pagarlas, me habló de música y del último gran libro que se había leído... estuvo un rato hablando del libro, me gustó esa parte porque me encantan las personas que reflexionan sobre los libros después de leerlos, me contó anécdotas divertidas y lecciones que había aprendido. Yo le escuchaba y sonreía, a veces le asentía para que supiera que estaba siguiendo el hilo de su conversación. Después de unos veinte minutos me dio las gracias por haberle escuchado y haber sido tan amable. El tren paró y él se bajó del tren. Yo bajé dos paradas después, llegué a casa y escribí sobre un perfecto desconocido al que había escuchado durante casi media hora en el tren que me traía a casa después de una mañana entera trabajando. Es curioso porque ni si quiera sabía su nombre pero fue, durante un rato, un gran amigo.
27 de enero de 2014
Que no está mal esperar a que aparezca alguien que piense cosas maravillosas sobre ti, que es bonito lo de querer que alguien te quiera, te aprecie, y sepa ver lo que eres de verdad. Y llevo toda mi vida esperando a que aparezca esa persona, ahora quiero ser esa persona. Quiero pensar cosas maravillosa de mí, quererme, apreciarme y verme tal como soy y demostrarles a los demás lo que soy, lo que quiero y lo que valgo. Eso es más bonito todavía, porque mi amor por mí misma si que será para siempre. Espero.
Lo conseguiré.
13 de enero de 2014
Odiaba aquel hospital, odiaba a la gente que le iba a visitar, y los que no. Odiaba a las enfermeras y enfermeros, a los médicos y a todo el maldito personal, odiaba a sus compañeros de habitación que iban y venían, odiaba el olor a enferme y medicinas, odiaba el tacto de las sábanas, las vistas desde la ventana, el sonido del ascensor que había junto a su habitación, odiaba su pijama, sus zapatillas, la comida, la bebida. Odiaba cada canal y cada programa que veía en la televisión. Odiaba todo aquello casi tanto como se odiaba a sí misma.
A veces la inspiración llega cuando menos te lo esperas, o de quién menos te lo esperas. Tanto odio es triste, hay que encontrar cosas que amar.
2 de enero de 2014
Son casi cuatro años con este blog, y ni si quiera puedo recordar o imaginar la de cosas que habré escrito. Algunas reales y otras ficticias pero agradezco a toda la gente que alguna vez me ha leído, de verdad.
Soñad, y atreveos a hacer esos sueños realidad. Lo demás no importa, en absoluto.
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